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12/11/2012

Ejercicio a seis manos

Los restos de la copa de vino tenían cierto sabor a almendras amargas. Mejor, si se lo tomaba su hermana. El único inconveniente estaba en que su hermana se encontraba, en ese instante, a dos mil kilómetros de allí, pero nada que no se solucionara con un teletransportador. Colocó la copa ahí y presionó el botón de envío. Y no llegó su hermana sino su cuñado, el que cada vez que se veían se le insinuaba.
-Hola, cariño, ¡cuánto tiempo! ¿Bailas?
-No, cariño, hoy no es tiempo de bailar, mejor bebemos y fornicamos. Aprovechemos.
Al fin alguien se bebió la copa de vino, mi marido se quedó con un par de narices. Él creía ya ser viudo.

(Crimen perpetrado, el 27 de noviembre, por Ana, Fran, Jose Luis, Nico, Ely y Elena. Que conste que, el orden de escritura, no altera el grado de culpabilidad)

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