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11/30/2012

Relato dependiente

After Hours
Salieron de Yer Bombing. No podía más. La besó. Al final de la tercera campanada de la madrugada separaron sus labios.


—Lo necesitaba.
—Ya. No olvides hablarme al móvil. Bye.
—No. Hasta pronto.


Nunca le llamó.


Destino
Los proyectiles nazis sombreaban los edificios y calles. Uno impactó de lleno en el antiguo reloj. El estallido también destruyó la iglesia que lo sustentaba. Contrario a los deseos de su feligresía, tras la guerra se construyó en su lugar Yer Bombing, el bar que sería el más famoso de la ciudad.

Ejercicios de Fran

Estos son los dos relatos cruzados que presenté en la última sesión que tuvimos l@s Letras Zurdas. Los títulos corresponden a dos canciones de un mismo grupo de rock nacional. Partiendo de esos títulos, desarrollé los micros:


MIENTRAS TANTO
Siempre está cerca de un teléfono, tiene seis repartidos por toda la casa. Yo nunca, en los tres años que estoy yendo a limpiarle el jardín, he oído sonar ninguno. Ya no le gusta que lo vean en público, creo que evita mostrar el daño que el tiempo le ha hecho en esa cara de niño de piel lisa que siempre exhibió. Vive solo, cerca de aquí, y se maquilla hasta para sacar la basura por las noches. Su último ratito de gloria fue hace diez años, en esa serie en la que hacía de confidente de aquella policía negra tan alta. Verá Ud., señor periodista, yo creo que sobrevive gracias al dinero que le envía una hermana soltera que tiene en Boston; la misma que me paga a mí todos los meses. Mientras tanto, pasa los días esperando esa llamada de la productora que nunca llega. A veces pienso que ni siquiera tiene línea telefónica.

¡QUÉ DESILUSIÓN!
Ayer estuve escupiendo sangre otra vez, creo que estas serán mis últimas Navidades.
A las ocho, cuando han llamado para el primer recuento, aún estaba despierta. Este frío de mierda y estas fechas de mierda no me dejan dormir. La tercera Nochebuena aquí y cada vez es peor. ¿Dónde la habrá pasado él?, ¿con el abuelo?, ¿en el centro de acogida? Si me dejaran verlo, si quisiera escribirme…
Quería que fuese piloto de avión, él quería ser astronauta, como todos los chicos. ¿Y ahora qué?, ¿dónde va a llegar? Con suerte, si no le alcanza antes la droga, acabará como mi padre: de casa en casa de los blancos limpiando sus jardines de mierda.

11/29/2012

Ejercicios de Yashira

Aquí adjunto los microrrrelatos escritos por Yashira, que por razones geográficas no puede acudir presencialmente, pero que como Cabopá, forma parte activa del grupo "Letras Zurdas". Estos relatos recogen el reto  planteado por Fran Rubio, en cuanto a escribir dos historias independientes que tuvieran que ver la uno con la otra. 


S.O.S.
Urgencias se colapsa, necesitamos apoyo. No podremos atender a tantos pacientes como están llegando. Todos los “busca” de la ciudad suenan al unísono. Médicos, auxiliares, enfermeros, acuden a la llamada para intentar resolver el caos en el que se ha convertido el Hospital. Siguen llegando ambulancias, coches particulares, incluso a pié entran a borbotones los pacientes en busca de ayuda. La ciudad amanece como un campo de batalla, nadie sabe lo que está sucediendo. Las centralitas del teléfono de Emergencias, ya no pueden recibir más llamadas. El Ejército y las Fuerzas de Seguridad se han movilizado, junto 
a los Bomberos, para intervenir en la organización y atención primaria. Hoy el mundo no se acaba, hoy, el mundo se desangra.

EXTRAÑO SUCESO
Me levanto como siempre y miro el despertador que no ha sonado. ¡Qué raro!. Busco con los pies las zapatillas antes de ponerme la bata y desplazarme sin ganas hacia el baño. Otro día de trabajo, pero sin fuerzas; me he levantado más cansada de lo que me acosté, debo haber tenido una noche llena de pesadillas aunque no recuerde nada. Abro la ducha y tomo la toalla, la sensación de su tacto me agrada. Al mirar hacia el espejo un grito se escapa de mi garganta, mis ojos sangran, tiemblo petrificada, de mi cuerpo comienza a salir el rojo fluido, sin razón aparente. Reacciono y tomando el teléfono llamo al 112. Nadie responde y mi soledad pesa como montaña sobre mis hombros. Tomo conciencia del exterior, las bocinas y sirenas convierten la ciudad en un caos sonoro, mientras, como río sin fin, mi vida se derrama.

11/28/2012

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Para los amantes de los grímenes a lo Hermanos Grimm:

Tratado de Grimminilogía

Ejercicios de Cabopá

Aquí publico el ejercicio realizado por Cabopá, que por cuestiones geográficas, no puede acudir a las reuniones de "Letras Zurdas". Estos relatos cumplen con la propuesta lanzada por Fran Rubio en cuanto a escribir dos microrrelatos independientes que tengan relación uno con otro.

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Junto al mar

Mañana será el día elegido junto al mar, cuando apenas quede luz del sol. Y desde la orilla llegue la niebla, a mis pies. Quebrada quedará la tarde, aunque rebelde, el mar se acerque y me hable. Sin máscara, la mirada limpia, silente, sin credo. 




Lejos del mar

Quedarán las palabras arraigadas por el tiempo. Todavía retumba en mi cabeza como un disparo, aquel maldito día de golpe de timón, en el que la lluvia hizo desparecer tu retrato. Ni el piélago, ni el céfiro se lo llevarán de mi pensamiento. 

11/17/2012


Dentro del apartado "Deberes para casa", pego aquí como ejemplo de RELATOS CRUZADOS estos dos. Están escritos hace un par de años más o menos, cuando hice este mismo ejercicio en un taller, por lo tanto no valen "oficialmente" para presentarlos en el próximo encuentro. Los "buenos" estoy escribiéndolos hoy.


NO HAY QUE CONFIAR DEMASIADO EN LA DISTANCIA

Todavía falta mucho para llegar y tal vez se pueda arreglar por el camino –pensaba él. Todas las parejas tienen sus crisis, no es tan grave. Quizá si empiezo a soltarle el rollo del “voy a cambiar, te lo prometo” enfocado desde mi supuesta inmadurez, se puedan solucionar las cosas… Además, tenemos un hijo y es razón de peso suficiente como para seguir luchando juntos. Si planteo debidamente el conflicto y juego bien mis cartas, puede que no esté todo perdido; siempre he sido un buen orador y ella no es muy difícil de convencer…
Afuera, el viento seguía con su rumor.
Esto ya no tiene arreglo. Solo tengo ganas de llegar y acabar de una vez; poner tierra de por medio –pensaba ella. Son demasiadas cosas en poco tiempo, no aguanto más. Me siento vacía y no me quedan ganas ni fuerzas de mantener a flote una relación que me apaga y me condena. Y además, el muy cabrón continúa su rollo con Charo, se cree que no lo noto. Aunque me da lo mismo, ya no me importa lo nuestro; no queda ningún “nuestro” en realidad, esto está muerto. El chiquillo ya es lo suficientemente mayor para entenderlo y se dará cuenta de que lo mejor para los tres es que lo dejemos…”
Las hojas amarillas formaban grupos en los bordes de la carretera.
Voy muy bien de tiempo, de momento ha sido una noche con poco tráfico. A ver si aguanto un par de horas más hasta Ornade y allí paro a tomar un café diez minutos, y a las siete puedo estar de los primeros en el polígono para descargar… –pensaba el camionero mientras se le cerraban los ojos.
Hacía unos minutos que una lluvia fina mojaba el aire.
Cuando volvió a abrirlos, el coche ya estaba encima. Después el barranco, y después, nada. Los tres dejaron de pensar.
El viento, las hojas y la lluvia no modificaron su existencia.



NOCHE DE FLAMENCO

En el autocar había muchos asientos libres. A decir verdad, estaba prácticamente vacío, solamente viajábamos en él cuatro personas. Pero el viejo que acababa de subir se sentó junto a mí.
–Hola, me voy a sentar aquí contigo y así vamos charlando durante el viaje –dijo el hombre.
–Hola –dije yo.
Afuera, la oscuridad lo envolvía todo. La noche venía con prisa, como un tren en viernes. Se escuchaba el viento arañando el lateral del autobús que arrancaba sonidos mitad metálicos, mitad humanos.
–Eres muy joven para viajar solo, ¿no? ¿Cuántos años tienes?
–Quince –respondí. Era la verdad.
El anciano me preguntó si me gustaba el flamenco. Le dije que no y, a pesar de ello, comenzó a hablar de un tal “Lagartijo” y de un “Nosequién de La Puebla”. Yo intentaba no hacerle caso y miraba a través de la ventanilla como si pudiese ver otra cosa que no fuese el negro de la noche. Parecía que afuera empezaba a llover débilmente. Un cuarto de hora después, el hombre ya dormía. Creo que había dado repaso a todo el catálogo de figuras del flamenco, vivas y muertas.
Estuvimos mucho tiempo detenidos por un accidente. Al parecer, un turismo y un camión se habían precipitado por un barranco. El viejo no se enteró de nada, dormía. Al llegar a la ciudad lo moví para despertarle:
–Eh, señor, que ya hemos llegado.
Pero el hombre no se despertaba. Ya no despertó. El corazón, dijeron después los del SAMUR.
Esa mañana, cuando abrieron las tiendas, fui a comprarme un disco de flamenco, de un tal “Lagartijo”. Me sentía en deuda con el viejo, no sé por qué. En la calle llovía sin ganas. Después recordé que tenía que telefonear a mis padres, ya habrían regresado de su viaje. Últimamente los notaba un poco raros… 302

11/16/2012

Ejercicio a tres palabras


Lamentable espectáculo

En el escenario el mago caía derrotado una y otra vez por su torpeza ante un público exigente: los pingüinos del Polo Sur en su visita anual a Las Vegas. El Abracadabra no le funcionaba ni del derecho ni del revés. Para salvar a mi discípulo y la reputación del local, me toqué la nariz con el propósito de levantar una cortina de humo  y poder extraerlo de allí. Pero, cuando la claridad regresó me di cuenta de mi error: el público se había esfumado. ¡Y es que aún no controlo mis poderes!
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José Luis Sandín propuso realizar un microrrelato que contuviera: pingüino, nariz y Abracadabra.
Aquí dejo el resultado.

11/15/2012

QUIZÁS UN SUEÑO

A partir de las palabras propuestas por José Luis: Abracadabra - Pingüino - Nariz

Me picaba la nariz, mucho, un picor horrible. Hacía frío. Intenté caminar pero me habían crecido los pies. Apareció un pingüino, me dijo: ¡Papi, papi, papi¡
Yo eché a correr y me caí de bruces en el hielo. Al fondo vi un circo, me dijeron, corre, corre que llegas tarde. Y allí estaba el cabrón del mago de mi sueños de todas las noches para convertirme de nuevo en conejo.



Y este despropósito, el relato que salió de los deberes para casa.
La letra en cursiva es un anuncio de la tele.


No sé qué voy a hacer con todas estas manchas.
Cuando veo estos anuncios, me dan ganas de denunciarlos. Aunque, pensándolo mejor, me gustaría verlos en esta casa.
No te preocupes, con Quitalín Manchas oxiaction blanqueante con azulete explosivo, verás cómo desaparece.
¡qué graciosa la tía¡ Ya me gustaría ver lo que harían estas tipejas con las camisas que me trae el Manolo, con estas manchas de aceite. Parece que limpie el coche con los puños, el muy cabrón.
¡oh¡ si no lo veo no lo creo.
¡oh¡ ¡oh¡ ¡oh¡ mírala que mona, si no lo veo no lo creo. Estas van todas por casa como si se fueran a una fiesta. No sale ninguna con delantal, como yo, o como la Paqui, que esa también tiene tralla, con el Antonio. Al menos mi Manolo no tiene la mano tan larga. ¡Qué desgracia¡
Quitalín Manchas oxiaction blanqueante con azulete explosivo me ha salvado la vida. Mira ha quedado perfecto el vestidito de mi hija.
A ti te iba a salvar yo la vida, imbécil. Quisiera verte yo aquí, lavando a mano las camisas y los pantalones del Manolo, con el azulete explosivo ese. ¡Azulete explosivo! Ya no saben que inventar para tomarnos el pelo y que tengamos los armarios llenos de tonerías. ¡Tontalaba! Y de peluquería que va la tía, como yo, con estos pelos, que no me da el sueldo ni para el tinte. Y seguro que tiene una chica que le va toda la semana a limpiar.
Así podremos ir a la fiesta. ¡Gracias Quitalín Manchas¡
Lo dicho. Es para denunciarlos. Voy a poner los garbanzos a remojo


Porque llovía / Abracadabra-pingüino-nariz


PORQUE LLOVÍA
Un tanto intoxicado de tanta novela negra sueca, decidió salir a la ciudad un viernes por la noche. Cenó algo rápido y fácilmente olvidable y tras volver a sentir en el cuerpo la decepción de los espejos, bajó a la calle. Fiel a su hábitat, como toda especie animal, pronto se vio realizando un itinerario de bares-rock que casi había olvidado. Cuando empezó a llover entró en aquel tugurio nuevo, La Cámara,  y se sintió irreal. En la pequeña pista que ocupaba el centro del garito había una joven en silla de ruedas y una monja con zapatos de tacón bailando, “lascivándose” las miradas. Dedujo que eran gogós de la casa. Solitaria, en la mesa del rincón, prácticamente en semipenumbra, adivinó a una chica escribiendo: parecía que el amor llenaba su cuerpo. Pidió otra copa antes de terminarse la que tenía y supo que acabaría allí la noche.
Se encomendó a la Virgen de Los Desprecios mientras se acercaba a entablar no sabía muy bien qué con aquella chica. La canción que sonaba, Life on Mars?, le infundió fuerzas.
–¿Puedo sentarme? –preguntó.
–¿Cuál es para ti la mejor canción de Bowie? –dijo ella como respuesta.
–No lo sé. Quería estar contigo, ¿qué escribes?
–“Porque llovía”, una pequeña historia deshilvanada que se me ha ocurrido hace un rato. Tengo que pulirla.
–¿Me dejas que la lea?
Le pasó la libreta (verde, tapa dura, hojas lisas) y leyó lo que había escrito:
“Un tanto intoxicado de tanta novela negra sueca, decidió salir a la ciudad un viernes por la noche…”


Este es el relato que escribí en base al ejercicio propuesto como "deberes para casa", y el texto de aquí debajo es lo que se me ocurrió cuando hicimos el ejercicio "en directo" de las palabras abracadabra - pingüino - nariz:


Mi nariz estaba helada. Hacía un buen rato que parecía de metal. Solo faltaría ver un pingüino por aquí, pensé. Me había perdido en el monte, en un monte que conocía desde pequeño y hacía un rato que había caído la noche. Las temperaturas bajaron casi diez grados de golpe, como había vaticinado el hombre del tiempo. Además, en la cesta solamente llevaba seis setas. Busqué un sitio donde resguardarme, convencido de que me tocaba pasar la noche en la montaña. En ese momento me vino a la mente mi época de mago. Dije “Abracadabra”, pero el truco de la cama calentita no funcionó.

Película


Aquella tarde lluviosa me salvó la vida viajar en autobús. Mojado hasta los huesos subí en el 33 y fui afortunado al encontrar un asiento libre en la parte de atrás, aunque no fuese cerca de la ventana. Como me mareaba, recordé las palabras de mi madre para estos casos, y centré mi mirada al frente. Nada llamó mi atención hasta que poco tiempo después se situó delante de mí un señor trajeado, muy rubio y flaco, como las espigas de trigo del pueblo, que portaba una tableta digital entre sus manos. En ella me fijé, pues reproducía un video con plano subjetivo en el que se recorrían las calles mojadas de la ciudad. Sonreí  cuando la proyección se adentró en mi barrio, en mi finca. Intrigado, pude ver como ascendía las escaleras y se paraba en mi puerta, y aumentó mi curiosidad, cuando mi madre educadamente le abría y lo acompañaba al salón.  Ella se sentó frente a la cámara  y en ese momento en primer plano… ¡Grité!

Despavorido, me levanté de mi asiento y aprovechando que el autobús hizo una parada, me bajé corriendo sin mirar atrás. Aún no me explico cómo mis piernas me condujeron a casa en tan poco tiempo. Di gracias a Dios al encontrar a mi madre en la cocina y me resigné cuando no prestó atención a mi historia ni contada del derecho ni del revés. Eso sí, me abroncó por la humedad de mi ropa y me atiborró de tila y valeriana, para templar mis nervios. Lo logró hasta que el timbre de la puerta sonó y los volvió a reavivar. Me adelanté a mi madre para colocar mi ojo en la mirilla y petrificado quedé al distinguir la figura que tanto temía.  Ella, tan cándida siempre, me retiró de la puerta y me sustituyó en la observación. Sonrió y amenazó con abrir, pero no la dejé, agarrándola con todas mis fuerzas por sus brazos extrañamente manchados de rojo la derribé. No entendí, que en ese momento, se carcajeara como poseída por un chiste de Eugenio mientras pronunciaba «corten». Aún sigo sin explicármelo. Al final me tranquilizó escuchar los pasos  del espigado al descender por las escaleras. ¡Salvamos la vida! 

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Este relato es el resultado del ejercicio que nos propuso Fran Rubio, que consistía en escribir un relato que contuviese una historia paralela que acabase por mezclarse con el tema principal, o así intenté que fuese.

11/14/2012

Soy como tú

Llegamos a primera hora al centro de la Antártida. Solo nos extrañó que el sol también hubiera salido por el este, si acaso se pudiera hablar de tal punto cardinal en situación tan extrema.

El frío se nos colaba por la nariz, y a todos nos producía un escozor que nos recordaba al picor que produce la mariguana en la garganta y que te obliga a toser. En ese momento nos identificamos todos los integrantes de la expedición y sacamos nuestras provisiones y, una vez encendidas, las fuimos intercambiando. La del nepalí era la mejor, sin duda.

Nuestra segunda coincidencia en equipo fue que a los pocos minutos todos vimos a un pingüino, y todos coincidimos en que escribía sin cesar la palabra abracadabra. Despertamos entonces en las islas Caymán, nuestra última coincidencia, pues nos echamos al mar y nunca nos volvimos a ver.


Uno de los ejercicios de ayer era escribir en cinco minutos un texto que contuviera tres palabras, a saber: abracadabra, pingüino y nariz. A mi me salió el texto de arriba.