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11/17/2012


Dentro del apartado "Deberes para casa", pego aquí como ejemplo de RELATOS CRUZADOS estos dos. Están escritos hace un par de años más o menos, cuando hice este mismo ejercicio en un taller, por lo tanto no valen "oficialmente" para presentarlos en el próximo encuentro. Los "buenos" estoy escribiéndolos hoy.


NO HAY QUE CONFIAR DEMASIADO EN LA DISTANCIA

Todavía falta mucho para llegar y tal vez se pueda arreglar por el camino –pensaba él. Todas las parejas tienen sus crisis, no es tan grave. Quizá si empiezo a soltarle el rollo del “voy a cambiar, te lo prometo” enfocado desde mi supuesta inmadurez, se puedan solucionar las cosas… Además, tenemos un hijo y es razón de peso suficiente como para seguir luchando juntos. Si planteo debidamente el conflicto y juego bien mis cartas, puede que no esté todo perdido; siempre he sido un buen orador y ella no es muy difícil de convencer…
Afuera, el viento seguía con su rumor.
Esto ya no tiene arreglo. Solo tengo ganas de llegar y acabar de una vez; poner tierra de por medio –pensaba ella. Son demasiadas cosas en poco tiempo, no aguanto más. Me siento vacía y no me quedan ganas ni fuerzas de mantener a flote una relación que me apaga y me condena. Y además, el muy cabrón continúa su rollo con Charo, se cree que no lo noto. Aunque me da lo mismo, ya no me importa lo nuestro; no queda ningún “nuestro” en realidad, esto está muerto. El chiquillo ya es lo suficientemente mayor para entenderlo y se dará cuenta de que lo mejor para los tres es que lo dejemos…”
Las hojas amarillas formaban grupos en los bordes de la carretera.
Voy muy bien de tiempo, de momento ha sido una noche con poco tráfico. A ver si aguanto un par de horas más hasta Ornade y allí paro a tomar un café diez minutos, y a las siete puedo estar de los primeros en el polígono para descargar… –pensaba el camionero mientras se le cerraban los ojos.
Hacía unos minutos que una lluvia fina mojaba el aire.
Cuando volvió a abrirlos, el coche ya estaba encima. Después el barranco, y después, nada. Los tres dejaron de pensar.
El viento, las hojas y la lluvia no modificaron su existencia.



NOCHE DE FLAMENCO

En el autocar había muchos asientos libres. A decir verdad, estaba prácticamente vacío, solamente viajábamos en él cuatro personas. Pero el viejo que acababa de subir se sentó junto a mí.
–Hola, me voy a sentar aquí contigo y así vamos charlando durante el viaje –dijo el hombre.
–Hola –dije yo.
Afuera, la oscuridad lo envolvía todo. La noche venía con prisa, como un tren en viernes. Se escuchaba el viento arañando el lateral del autobús que arrancaba sonidos mitad metálicos, mitad humanos.
–Eres muy joven para viajar solo, ¿no? ¿Cuántos años tienes?
–Quince –respondí. Era la verdad.
El anciano me preguntó si me gustaba el flamenco. Le dije que no y, a pesar de ello, comenzó a hablar de un tal “Lagartijo” y de un “Nosequién de La Puebla”. Yo intentaba no hacerle caso y miraba a través de la ventanilla como si pudiese ver otra cosa que no fuese el negro de la noche. Parecía que afuera empezaba a llover débilmente. Un cuarto de hora después, el hombre ya dormía. Creo que había dado repaso a todo el catálogo de figuras del flamenco, vivas y muertas.
Estuvimos mucho tiempo detenidos por un accidente. Al parecer, un turismo y un camión se habían precipitado por un barranco. El viejo no se enteró de nada, dormía. Al llegar a la ciudad lo moví para despertarle:
–Eh, señor, que ya hemos llegado.
Pero el hombre no se despertaba. Ya no despertó. El corazón, dijeron después los del SAMUR.
Esa mañana, cuando abrieron las tiendas, fui a comprarme un disco de flamenco, de un tal “Lagartijo”. Me sentía en deuda con el viejo, no sé por qué. En la calle llovía sin ganas. Después recordé que tenía que telefonear a mis padres, ya habrían regresado de su viaje. Últimamente los notaba un poco raros… 302

2 comentarios:

Nicolás Jarque dijo...

Fran, una gran ejecución del ejercicio, pues ya me hubiese gustado a mí realizarlo así. Logras que al final uno piense: ¡Ostras!

Y es que las fatalidades nunca llegan solas.

Un abrazo.

PD: Veremos como sale, mestre.

AngelesMC dijo...

¡Cuanto me queda por aprender! Tendré paciencia. Fran, creo que me ha quedado bastante clara la idea, además, me ha traido a la memoria una historia casi olvidada. Nos vemos con lo que salga. Un abrazo