MIENTRAS TANTO
Siempre
está cerca de un teléfono, tiene seis repartidos por toda la casa. Yo nunca, en
los tres años que estoy yendo a limpiarle el jardín, he oído sonar ninguno. Ya
no le gusta que lo vean en público, creo que evita mostrar el daño que el
tiempo le ha hecho en esa cara de niño de piel lisa que siempre exhibió. Vive
solo, cerca de aquí, y se maquilla hasta para sacar la basura por las noches.
Su último ratito de gloria fue hace diez años, en esa serie en la que hacía de
confidente de aquella policía negra tan alta. Verá Ud., señor periodista, yo
creo que sobrevive gracias al dinero que le envía una hermana soltera que tiene
en Boston; la misma que me paga a mí todos los meses. Mientras tanto, pasa los
días esperando esa llamada de la productora que nunca llega. A veces pienso que
ni siquiera tiene línea telefónica.
¡QUÉ DESILUSIÓN!
Ayer
estuve escupiendo sangre otra vez, creo que estas serán mis últimas Navidades.
A
las ocho, cuando han llamado para el primer recuento, aún estaba despierta. Este
frío de mierda y estas fechas de mierda no me dejan dormir. La tercera
Nochebuena aquí y cada vez es peor. ¿Dónde la habrá pasado él?, ¿con el
abuelo?, ¿en el centro de acogida? Si me dejaran verlo, si quisiera escribirme…
Quería
que fuese piloto de avión, él quería ser astronauta, como todos los chicos. ¿Y
ahora qué?, ¿dónde va a llegar? Con suerte, si no le alcanza antes la droga,
acabará como mi padre: de casa en casa de los blancos limpiando sus jardines de
mierda.
2 comentarios:
Me encantan las hebras que salen de este par de relatos... Puedo imagina una y dos y veinte cosas distintas: perfecto :-)
Un abrazo
Estupendos relatos, me gusta cómo están cruzados por el personaje que en apariencia menos importancia debía tener. Un gusto leerte Fran.
Geniales.
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