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10/25/2012

El nombre de este blog

El pasado 16 de octubre, ultimando los detalles de este blog, convinimos en que se llamaría Letras Zurdas. Y ya puestos a trabajar, pensamos que como primer ejercicio escribiríamnos en cinco minutos un texto que empezara con Letras zurdas.

Mi mano fluyó a:


Letras zurdas me asaltaron de madrugada, cuando la luna reía aún. Querían que las llevara a la cama, pues la juerga había sido a muerte, aunque la palidez de sus rostros más bien emanaba felicidad.

Sin muchas ganas de seguirles el rollo, les dije que sí, y antes de un minuto, el cosquilleo que había por todo el cuerpo me hizo saltar de la cama, coger un boli y escribir como desesperado.

Al volver al aposento, mis amigas se habían ido, y solo escuchaba sus carcajadillas a lo lejos. Dormí, y a mediodía desperté con la impresión de haber vivido un sueño feroz.

Fui a mi mesa de trabajo y ahí estaban los folios, cubrían la mesa, algunos por el suelo. Lo había hecho, tenía mi obra maestra, mas no había reparado que el boli era mi gran corrector blanco.



Más tarde, el nuevo ejercicio debía contener un tren y un fuego (¿un tren en llamas?), palabras que nos propuso Ángeles. El par de palabras me dio para recrearme en imágenes:

La escarcha se deslizaba por los tejados del pueblo. A lo lejos se confundía el humo del tren con el paisaje más lejano. El invierno llegaría dentro de poco con sus pasajeros de toda la vida, aquellos hombres y mujeres, y sus niños, que vienen huyendo del fuego.

El graznido negro rompe los pequeños cristales de hielo. Su pico se rodea de un vaho que me recuerda los días de fumador. Me sirvo otra copa, entro en calor. Las vías deberán estar limpias para cuando llegue el cambio de estación. Ya suena su pitido y yo sin lograr desentumir mis huesos.


FIN al 16 de ocubre mío.

1 comentario:

Fran Rubio dijo...

En frío y con días de por medio, se disfrutan, se paladean más tus textos.
El primero, con el siempre recurrente tema del escritor de fondo, está muy bien estructurado, marcando perfectamente el tempo, con cuatro párrafos prácticamente de la misma extensión. Y con un final cerrado, sutil, que consigue que al terminar de leerlo estés sonriendo.
El segundo desprende calma, introspección, y además, nos transmite el otoño que lleva dentro. Dos buenos micros teniendo en cuenta la limitación de tiempo y la presión de no "levantar el boli" del papel.
Se te nota el oficio, Jose Luis.
Nos vemos en breve.