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10/29/2012

Relatos del 16 de octubre


Publico los dos relatos que escribimos en "Letras Zurdas" la tarde del 16 de octubre. El que sigue a continuación respeta la condición de hilvanar una historia con la primera frase, que es el nombre de nuestra reunión, y además de forma espontanea con cinco minutos de escritura.
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Letras zurdas fueron las que se plasmaron en aquel cartel iluminado a media luz de motel de carretera. Allí tu madre reinaba detrás de la barra y tu padre ejercía de matón. Tus hermanas buscaban clientes. No me preguntes cómo las reconocí y por qué fui a parar aquel rincón. Pero estoy seguro que los García, en conjunto, regentan el mayor “puticlub” de la comarca. Y no es que tenga nada en contra, que podría, pero odio la hipocresía que os gastáis. Porque de una hija católica y apostólica que defiende los valores morales hasta el extremo de aislar socialmente a los “impuros” que denomináis, no es de recibo que de noche se lucre con el pecado. Y ahora permíteme que te diga lo que con tantas ganas tenía de exclamarte: —¡Hija de puta! Sin acritud y con todo el cariño del mundo. A mí si quieres puedes seguir llamándome el “hijo de la soltera”.



Este relato sigue las consignas lanzadas por Mª Angeles de hilar una historia con las palabras: "tren y fuego".
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En la estación central nadie dispone del fuego que yo deseo. El que ando buscando debe ser autentico, grande y que enfríe el alma. Ah, que no me he presentado, soy el fantasma de las noches nevadas, ¿y qué hago por aquí? Diría que nada, pero mentiría, la verdad es que mi función desde que estrené mi nueva condición es incordiar. Fui yo el que explosionó la Torre Eiffel, el que lesionó a Ronaldo o el que mató al rey. Yo solo busco mi minuto de gloria, pero de forma anónima, no vayan a descubrirme. Hecha la presentación continuaré. Ahora estoy esperando el tren, el de las cinco, con el único propósito de mostrarme ante la mujer que tanto me quería y a la que le prometí amor eterno, para confesarle que la engañé hasta con la panadera, la virgen del pueblo y con su madre. No quiero ni imaginar que cara pondrá. ¿A qué soy un buen fantasma, verdad?

2 comentarios:

joseluis dijo...

¡Qué regustos! el leer de nuevo este par de textos. Se disfrutan más desde la distancia, recuerdo con añoranza el momento de su lectura, tu lectura que se puede calificar de todo, menos de fantasma :-)

Ya casi es mañana :-)

Un abrazo.

Elysa dijo...

Estoy con Joseluis la verdad, es que son muy divertido, muy de tu estilo y al leerlos otra vez se disfrutan de nuevo.

Besitos