Heredé un reloj de cuco, era el mayor tesoro de mi abuela, siempre
dijo que era mágico/ Un buen día encontré la
llave de la cuerda y lo puse en funcionamiento.
—¡Cu!¡Cu!
Y el salón se transformó en un bosque/rosado
del que emanaron flores de colores y un sol brillante que quemaba. No le di
importancia y me desnudé para disfrutar de él./ Ante
mí un hermoso lago de agua cristalina, el sonido de los pájaros ponía la música
en aquel hermoso paisaje que tenía ante mis ojos. Pensé que nadie me observaba./
Pero sí, el pajarraco que daba las horas salió de su escondrijo y con
una voz muy parecida a la de mi abuela me dijo.
—¡Vístete ahora mismo, desvergonzada!
Decidí que la herencia estaría mejor guardada para siempre en ese
altillo al que nadie tendría acceso.
Encadenado bastante loco ¡lógico! por este orden: Elysa, José Luis Sandin, Nicolás Jarque, Mª Ángeles Martínez y Ana Crespo Tudela.
2 comentarios:
Este me lo perdí, Elysa (tuve que irme antes ese día), pero ahora he tenido la ocasión de disfrutarlo. Menudo pajarraco...
Un beso
También fue una tarde divertida, a pesar de que el ruido de los coches y autobuses hacían todo lo posible por colarse en nuestras conversaciones :-)
Publicar un comentario